La creación, incluidos nosotros mismos, forma parte de un plan general del Creador. Pero, nuestros primeros padres fueron tentados por el diablo y desobedecieron a Dios. Por esta razón perdieron para ellos y para toda la posteridad la vida de la gracia y santidad. Este es el estado de pecado original en que todos nacemos. Las puertas del cielo fueron cerradas a la humanidad como resultado del pecado original.
Por eso, fue necesaria la Redención que llevó a cabo Jesús, quitando el pecado del mundo (Jn 1, 29). Solamente por Cristo puede el hombre pecador llegar a ser hombre celestial como Dios lo había dispuesto (1 Cor 15, 45-49).
Adviento es el tiempo para avivar nuestra esperanza de la revelación como hijo de Dios (Rom 8, 19). Es esperar la venida de Cristo por gracia en Navidad y su venida final cuando se cumpla el plan de Dios para todos los revestidos en Cristo por la fe y el Bautismo.
Dios nos da a conocer su plan por medio de los Profetas, y en Adviento la Iglesia nos repite sus palabras. Los grandes precursores fueron Isaías y Juan Bautista, a los cuales se añade otros como Baruc, Jeremías, Sofonías y Miqueas, hasta que llega Jesús en quien se cumplen todas las promesas que Dios había hecho.
Desde el día de la Anunciación, María, mejor que nadie en le mundo, tuvo la dicha de conocer la plena verdad de que es Dios quien viene al mundo. Meditando en el misterio de Cristo, "el Hijo del Altísimo", comenzamos a entender que Él nos incorporó a Sí mismo al hacerse hombre y que volverá de nuevo dándonos la salvación para establecer su Reino eterno.
Durante el Adviento, nuestra súplica ha de ser siempre: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 20). Debemos rechazar "la maldad y las codicias mundanas" y vivir "en este mundo como seres responsables, justos y que sirven a Dios. Pues esperamos el día feliz en que se manifestará con su Gloria nuestro magnífico Dios y Salvador Cristo Jesús"(Ti 2, 12-13).
(REFLEXIÓN DE www.ewtn.com)
Y ESTE GRAN CENÁCULO DE LOS DÍAS 7, FUE UNA GRAN REFLEXIÓN DE ADVIENTO, JUNTO A MARÍA DEL ESPÍRITU SANTO: LA VIRGEN DE LANÚS.
El miércoles 7, cientos de peregrinos volveremos a vivir esa paz indescriptible que produce la presencia de nuestra Madre del Cielo. Porqe cada día 7, a las 17 hs., Ella desciende en Lanús para derramar lluvias de Gracias, llenarnos de su Amor y llevarnos de la mano a Jesús, Nuestro Salvador.
Plaza Auyero, Salta y Arias.
Habrá entrega de agua bendita, pétalos de rosa bendecidos, estampas, Rosario y Santa Misa. Pedimos llevar rosas para la Madre y el Señor.
Todos a quellos que no puedan estar, lo están si ponen su corazón. Y la LLena de Gracia estará con ellos.
Recordamos que la Plaza ha sido consagrada y bendecida por los Sacerdotes delegados, de modo que allí no fumamos, no merendamos, no tomamos mates ni hacemos pic-nic. Evitamos el look playero y sí recomendamos protegerse del sol y llevar agua para beber y evitar descompensaciones, dado el intenso calor que suele darse en estos meses.
Quienes puedan colaborar con alimentos no perecederos y/o elementos de higiene, en Cenáculo los recibe para ser entregados a hogares de niños de la zona.
Desde 1999 Santa María del Espíritu Santo se hace presente a Marcia, una joven de Lanús (Buenos Aires-Argenina).
Muchas vidas han cambiado gracias a la intercesión de la Virgen en este lugar.
Nuestra Madre nos espera en la Plaza Auyero de Lanús Este (Buenos Aires), sitio que llamó "Lugar de Encuentro con Dios", todos los días miércoles, viernes a las 17 hs., y cada día 7, para derramar una lluvia de gracias.
Cada día 7, a las 16 hs., se celebra la Santa Misa, y a su término rezamos la oración que más le gusta a Ella, el Santo Rosario. Es conveniente llegar a las 15 hs.
Cristo agonizante hecha a pedido de la Virgen y Jesús
Oración a la Virgen de Lanús
¡Oh María Inmaculada! Vos que habéis hallado Gracia ante los ojos del Altísimo y habéis concebido al Hijo de Dios en vuestro seno Purísimo por el Espíritu Santo. Rogad por nosotros a fin que podamos imitar vuestras virtudes.
Interceded para que Dios nos envíe el Espíritu Santo y purifique nuestros manchados corazones y nos llene de alegría, amor y paz, y podamos ser antorchas encendidas que proclamemos la palabra vivificadora a todos nuestros hermanos.
Rogad por nuestras familias, y para que cada uno de nosotros tenga un corazón humilde como el vuestro, y tengamos a vuestro Hijo Jesús, como Rey de nuestra vida. Madre, que quisiste venir a nosotros y ser llamada Santa María del Espíritu Santo, ayúdanos a que nuestra conversión crezca cada vez más para Gloria de nuestro Buen Dios. Amén.