31 marzo 2010

Jueves Santo

El Jueves Santo se celebra:


# la Última Cena,

# el Lavatorio de los pies,

# la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio

# la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní.

En la mañana de este día, en todas las catedrales de cada diócesis, el obispo reúne a los sacerdotes en torno al altar y, en una Misa solemne, se consagran los Santos Óleos que se usan en los Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los Enfermos. ( En la Diócesis Avellaneda-Lanús, se realiza esta ceremonia en el día de hoy, miércoles, a las 20 hs. )

En la Misa vespertina, antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena.

a)Lecturas bíblicas:
Libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14; Primera carta del apóstol San Pablo a los corintios 11, 23-26; Evangelio según San Juan 13, 1-15.

b)La Eucaristía
Este es el día en que se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino. Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por el gran amor que nos tiene, se quedó con nosotros en la Eucaristía, para guiarnos en el camino de la salvación.
Todos estamos invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Esta noche santa, Cristo nos deja su Cuerpo y su Sangre. Revivamos este gran don y comprometámonos a servir a nuestros hermanos.

c)El lavatorio de los pies
Jesús en este pasaje del Evangelio nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrarle nuestra fe en Él. Recordar que esta no es la única vez que Jesús nos habla acerca del servicio. Debemos procurar esta virtud para nuestra vida de todos los días. Vivir como servidores unos de otros.

d)La noche en el huerto de los Olivos
Lectura del Evangelio según San Marcos14, 32-42.:

Reflexionemos con Jesús en lo que sentía en estos momentos: su miedo, la angustia ante la muerte, la tristeza por ser traicionado, su soledad, su compromiso por cumplir la voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él. Las virtudes que nos enseña Jesús este día, entre otras, son la obediencia, la generosidad y la humildad.

Los monumentos y la visita de las siete iglesias:

Se acostumbra, después de la Misa vespertina, hacer un monumento para resaltar la Eucaristía y exponerla de una manera solemne para la adoración de los fieles.
La Iglesia pide dedicar un momento de adoración y de agradecimiento a Jesús, un acompañar a Jesús en la oración del huerto. Es por esta razón que las Iglesias preparan sus monumentos. Este es un día solemne.
En la visita de las siete iglesias o siete templos, se acostumbra llevar a cabo una breve oración en la que se dan gracias al Señor por todo su amor al quedarse con nosotros. Esto se hace en siete templos diferentes y simboliza el ir y venir de Jesús en la noche de la traición. Es a lo que refieren cuando dicen “traerte de Herodes a Pilatos”.
( Extraído de www.virgendelanus.mforos.com )

Te quedas, Señor

… En el pan, para calmar nuestra hambre espiritual.
Y, cuando te vemos partir y repartir así la hogaza,
vemos que nos amas hasta el extremo,
que tu Cuerpo, se desangra y se derrama en sangre,
para que, nosotros tus amigos,
tengamos asegurado alimento en nuestro caminar.

Te quedas, Señor.
Y, al quedarte entre nosotros,
lo haces como el que siempre sirve y se da.
Como el que, arrodillándose o inclinándose,
nos indica que el camino de la humildad,
es el secreto para llegarnos hasta Dios,
y para mitigar penas y sufrimientos.

Te quedas, Señor.
Con un amor tremendamente asombroso,
nos enseñas el valor de la fraternidad,
la clave para vivir contigo y por Ti.
La llave para, abriendo la puerta de tu casa,
contemplar que, el interior de tu morada,
está adornado con el color del amor,
y con la entrega de tu Sacerdocio,
o con el sacrificio de tu vida donada.

Te quedas, Señor.
Para que, sin verte,
te adoremos en tu Cuerpo en tu Sangre.
Para que, al llevar el pan hasta tu altar,
nos acordemos que es signo de tu presencia.
Para que, al repartirlo entre los necesitados,
comprendamos que es sacramento de tu presencia.

Te quedas, Señor.
Y nos dejas un mandamiento: ¡Amaos!
Y nos sugieres un camino: ¡El servicio!
Y te quedas para siempre: ¡La Eucaristía!

Y eres, sacerdote que ofrece.
Y eres, sacerdote que se ofrece,
por toda la humanidad.
Gracias, Señor.

P. Javier Leoz



28 marzo 2010

Pascua: Caminar en la noche

por María Gloria Ladislao

Conferencia del día 23 de marzo de 2010, organizada por la Confraternidad Argentina Judeo Cristiana, y realizada en la sede de la Ed. San Pablo, Buenos Aires

El título de esta charla surge de un hecho que yo conocí recién de grande, hace poco tiempo, cuando empecé a estudiar judaísmo, y es que la Pascua cae siempre en luna llena.
La fecha de la Pascua judía, 14 de nisán, se rige por el calendario lunar (Ex 12,1-8). En este calendario, el 14 de cada mes corresponde a la noche de la luna llena. La Pascua cristiana conserva esta antigua señal, celebrando Semana Santa en la semana que cae la primera luna llena de primavera (del hemisferio norte).
Cuando supe esto, y empecé a prestarle atención a la luna, todas las celebraciones de Semana Santa se me resignificaron: veo a Moisés y al pueblo en medio de la noche, caminando bajo un halo azul; veo a Jesús por las calles de Jerusalén, buscando la casa donde comer el cordero; veo el Calvario donde se hizo oscuro a las tres de la tarde y donde esa noche sólo quedó la luna para iluminar el sepulcro…
Este hecho se une a otra circunstancia, y es que soy una mujer de la ciudad. Nací, crecí y vivo en la ciudad. Para quienes vivimos en la ciudad en el siglo XXI, la noche no tiene la densidad de peligro, desconcierto y silencio que tenía antes de que existiera la luz eléctrica. Es cierto que de noche nos sentimos más inseguros, apuramos el paso y trabamos las puertas. Pero seguimos trabajando con luz artificial y hasta podemos planear una charla como ésta cuando ya es de noche, y seguirá habiendo subtes y colectivos por un largo rato cuando salgamos de aquí. Tengo que recurrir a la memoria de las vacaciones en algún pueblito de la costa sin luz eléctrica o a los fines de semana de campamento entre los ecualiptus de San Miguel del Monte para poder comprender la frase “se nos viene la noche”. Porque el acercarse el fin de la luz marca un tiempo de urgencia, y ya no se podrá hacer de igual modo lo que haya que hacer. Sin luz, los movimientos serán torpes y tal vez errados, el andar más inseguro y las obligaciones más molestas. Y vendrá el miedo, a los enemigos reales o imaginarios, que se esconden en el silencio de la noche.
De noche tiene que salir Moisés con el pueblo (Ex 12, 11-14; Ex 14, 19-21). Un acto más de confianza en este Dios que promete la libertad, y para eso exige caminar de noche. Hay que organizarse muy bien y hay que andar juntos, porque la noche puede traer también la dispersión. Así el pueblo cruza el mar y la noche.
El bellísimo poema de las cuatro noches lo recuerda de este modo:

EL POEMA DE LAS CUATRO NOCHES
(Targum de Ex 12,42)[1]

Al final de los cuatrocientos años, aquel mismo día, salieron todos los ejércitos de YHWH liberados, del país de Egipto. Es una noche de vigilia, preparada para la liberación en nombre de YHWH, en el mo­mento en que hizo salir a los hijos de Israel, liberados del país de Egipto.
Pues bien, hay cuatro noches inscritas en el libro de las Memorias. La primera noche fue cuando YHWH se manifestó en el mundo para crearlo. El mundo estaba informe y vacío y las tinieblas se extendían sobre la superficie del abismo, y la palabra de YHWH era luz y bril­laba. Y la llamó primera noche.
La segunda noche, cuando YHWH se le apareció a Abraham anciano de 100 años y a su esposa Sara, de noventa años, a fin de cumplir lo que dice la Escritura: “¿Es que Abraham, a los cien años de edad, va a engendrar y su esposa Sara, de noventa años, va a dar a luz un hijo?” Pues bien, Isaac tenía 37 años cuando fue ofrecido en el altar. Los cielos se inclinaron y bajaron e Isaac vio sus perfecciones. Y la llamó la segunda noche.
La tercera noche fue cuando YHWH se apareció a los egipcios en me­dio de la noche; su mano mataba a los primogénitos de Egipto, para que se cumpliera lo que dice la Escritura: “Israel es mi primogénito”. Y la llamó la tercera noche.
La cuarta noche será cuando el mundo llegue a su fin para ser disuelto. Los yugos de hierro se romperán y las generaciones perver­sas serán aniquiladas. Moisés subirá de en medio del desierto y el rey Mesías vendrá desde lo alto. Uno avanzará a la cabeza del rebaño y su palabra caminará entre los dos y ellos marcharán juntos.
Es la noche de la pascua para el nombre de YHWH, noche reservada y fijada para la liberación de todo Israel a lo largo de sus generaciones.

* * *

¡Noche verdaderamente feliz!
Sólo ella mereció saber el tiempo y la hora
en que Cristo resucitó del abismo de la muerte.

Esta es la noche de la que estaba escrito:
La noche será clara como el día,
la noche ilumina mi alegría.

(Pregón Pascual que se canta en la noche del Sábado Santo)

Los cuatro evangelios tienen un largo silencio de tiniebla desde las tres de la tarde del viernes santo hasta el amanecer del domingo (Mc 15,33). Una vez que Jesús es puesto en el sepulcro, baja a la oscuridad y no sabemos nada hasta que aparece, levantado y luminoso, la mañana del domingo de Pascua. Quienes están presentes, desde el oscurecimiento del viernes hasta el clarear del domingo, son las amigas discípulas.
Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hombre recto y justo, que había disentido con las decisiones y actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios. Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado. Era el día de la Preparación, y ya empezaba el sábado.
Las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús siguieron a José, observaron el sepulcro y vieron cómo había sido sepultado. Después regresaron y prepararon los bálsamos y perfumes. (Lc 23, 50-56)
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro. (Jn 20,1)
Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. (…) De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán». (Mt 28,1)
Ellas han transitado esa larga noche en espera, preparando los perfumes. Ellas son las primeras que van, cuando todavía era de noche, y se encuentran con Jesús, Resucitado y luminoso.
Y aquí, donde podría parecer que la noche ya pasó, quiero detenerme en el relato de Lucas:
Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. (Lc 24, 9-11)
Esto también es la noche. Creo que esta es la noche que seguimos recorriendo los creyentes, en nuestro caminar hasta que llegue definitivamente el día del Señor. ¿Cómo habrán vivido las mujeres esta desconfianza y este descrédito de parte de sus propios compañeros? ¿Qué dolor y qué incertidumbre no las habrá invadido también a ellas al no ser comprendidas, peor aún, ante un juicio que las daba por delirantes?
Yo creo que esta es nuestra noche y nuestra Pascua hasta hoy. Tenemos una experiencia de la luz del Resucitado, de nuestro encuentro con El, pero cuando lo anunciamos, no es luz lo que se produce alrededor. Parece que la noticia es demasiado buena para que sea creíble. Con el Resucitado apostamos por la vida, mientras se palpa alrededor la muerte en tantas formas.
A ellos les pareció que deliraban. Qué creyente no ha pasado por esta situación. Cuántas mujeres no han sido descalificadas en su experiencia de fe. Aún dentro de la iglesia, muchas palabras de resurrección se interpretan como demasiado utópicas, ingenuas, delirantes…

* * *
Sigue contando Lucas y narra acerca de esos dos discípulos que caminaban hacia Emaús y le dicen a su ocasional compañero de viaje:

- Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron. (Lc 24, 19-24)
Estos discípulos están en la noche, permanecen en la noche. Tristeza, desilusión, ceguera, desconsuelo. Una frustración grande que ni las palabras de las mujeres lograban revertir. Después de los sueños, de las expectativas, después de haber decidido encausar la vida por este y por su reino, no queda nada. Es la tremenda desilusión del militante que abandona, pronuncia un resignado “ya fue…” y se vuelve a su casa.
Dice Lucas que, porque estaba anocheciendo, entraron a cenar e invitaron al forastero. Y allí en la cena, reconocieron al Resucitado. Pero entonces El desapareció de su vista.
Cenando anochece, y en la noche se ve poco. Pero sólo en esa noche vieron al Resucitado.
Lo movilizante es lo que viene después. Se había hecho de noche. La prudencia aconseja no salir a los caminos y quedarse en casa. Pero ellos ahora salen. Ahora que ya no ven al Resucitado, algo se aclaró en sus ojos y algo encaminó los pies. Ahora pueden caminar de noche, desandar el trayecto que no es marcha atrás sino encuentro.
Esto es la Pascua. No nos asegura que creerán nuestras palabras. No nos quita los peligros del camino. Pero nos hace hablar y caminar.

* * *
Hoy muchos hablan de un invierno eclesial. Pasada la primavera del Concilio, algunos dicen que la Iglesia está aletargada. En invierno las noches son largas, y todos preferimos el calor y la seguridad.
Moisés y el pueblo caminaron de noche, las mujeres con su amor delirante caminaron de noche, los discípulos de Emaús volvieron a caminar, otra vez, cuando ya era de noche.
Que en esta Pascua, el Espíritu de Jesús Resucitado nos empuje de nuevo a los caminos.

Prof. María Gloria Ladislao
Buenos Aires, 23 de marzo de 2010


18 marzo 2010

SAN JOSÉ: UN ABRAZO PATERNAL EN EL FINAL DE LA CUARESMA

En concordancia con el título, compartimos con Uds. las palabras de Mons. Rubén Oscar Frassia, Obispo de la Diócesis Avellaneda- Lanús:

Queridos hermanos, el viernes 19 celebramos la Solemnidad de San José, Esposo de la Virgen María. Tengamos en cuenta que José es el Varón Justo de la fe, que cuidó a la Virgen y luego cuidó a Jesús, por eso decimos que es el Patriarca Universal de la Iglesia que cuida todas las vocaciones, en especial las vocaciones sacerdotales.

Evangelio: la Misericordia de Dios

Es el relato del padre misericordioso junto al hijo pródigo, que vuelve, con el hijo mayor y esa actitud celosa y egoísta. La Palabra de Dios es muy fuerte e iluminadora que tenemos que escuchar, repetir y leer para que entre en nuestra mente y nuestro corazón.
Aquí hay tres actitudes para ver:
La actitud del hijo pródigo: no sé si volvió a la casa del padre totalmente arrepentido o no; o volvió porque tenía hambre; -a veces hay segundas causas que no siempre son las más dignas-; pero lo más importante es el reconocimiento que tiene, ante su padre, de que pecó “contra el cielo y contra él”; algo que reconoce y que es muy valioso. Tuvo la dignidad de volver reconociendo su pecado o su equivocación.
La actitud del hijo mayor: que no entiende al padre ni al hermano. No lo entiende porque mira estrictamente, juzga con lo que ve. Y de lo que ve, es cierto lo que dice. El papá nunca le hizo una fiesta, en cambio “éste” (el menor) que vivió disolutamente, tuvo el mérito. Pero no entiende la misericordia del padre, no entiende a Dios. Como muchos de nosotros, a veces, no entendemos a Dios y juzgamos humanamente. Y humanamente uno se equivoca porque es parcial, en cambio Dios es total, universal y amplio.
La actitud del padre: que no sólo espera que el hijo llegue, ¡sino que sale a recibirlo!; y no lo reta sino que lo abraza, lo viste, le da ropa, lo calza y hace una fiesta. ¡Este es Dios! Por eso siempre hay que volver a Dios, no quedarse ahí pensando que uno va a recibir un castigo; más bien va a recibir una bendición y un abrazo misericordioso de Dios.
Este es un tiempo de volver a Dios; de confesarnos ante un sacerdote; de tener la fuerza de la reconciliación y estar bien en esta Cuaresma, preparándonos para la Pascua. Cada uno de nosotros repite la historia del hijo pródigo, pero cada uno de nosotros tiene que encontrarse con el Padre Misericordioso que te abraza, que te bendice, que te perdona y te hace fiesta.
Que lo podamos vivir: les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

INVOCACIÓN A SAN JOSÉ

“San José, guardián de Jesús y casto esposo de María,
tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber,
tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que recurren confiadamente a ti.
Tu conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.
Se dirigen a ti porque saben que tu los comprendes y proteges.
Tu también conociste pruebas, cansancio y trabajos.
Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida,
Tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría
por el íntimo trato que goza con el Hijo de Dios,
el cual te fue confiado a ti a la vez que a María, su tierna Madre.
Amén.” — Juan XXIII

Parroquias de Avellaneda- Lanús que celebran sus Patronales:

- Parroquia San José- Brandsen 4970- Villa Domínico
- Parroquia San José Pompeo- Hna. María Odilia Zaloznik 3572- Remedios de Escalada.
- Parroquia San José de los Obreros- Bustamante 581- Gerli-

12 marzo 2010

Testimonio del 7 de marzo de 2010

En este domingo 7 de marzo, en el que meditamos en la Mesa de la Palabra al Cristo ofrecido como ÚNICA VERDAD Y FUENTE DE SALVACIÓN, en el que Santa María del Espíritu Santo nos visitó y colmó la Plaza con su aroma de dulce rosa ( como muchos lo hemos percibido, EL MÁS SUAVE Y EXQUISITO AROMA QUE JAMÁS HAYA PERCIBIDO ), en el que se nos invitó a vivir el camino hacia la Pascua siendo conscientes del SACRIFICIO, MUERTE Y RESURRECCIÓN SALVADORA DE NUESTRO SEÑOR y en el que se nos llamó a ser CRISTIANOS ALEGRES, propagadores de la Buena Noticia, también compartimos el “Vía Crucis de un niño que no nació”, todo ocurrió en medio de una plaza multitudinaria, emocionada y silenciosa.

Hace tres o 4 cuatro meses, ordenando archivos en mi computadora, descubrí estas dos imágenes, una al lado de la otra.

En la primera se puede ver reflejado en el vidrio de la ermita, a un niño a “caballito” de un mayor. En la segunda, la misma fotografía, pero reflejada allí también, la cruz con el Cristo pintado por Marcia.



Explicaciones técnicas puedo encontrarle: normalmente archivo las imágenes y administro a éstas y los videos desde el programa Picassa, que posee un expositor a modo de diapositivas y, quizás, en una transición de una imagen a otra hice algún clic que no debía ( pues soy bastante nuevo en el uso de imágenes en a PC y para nada experto ).

La cuestión es que la imagen quedó así, apareció así y estas cosas no ocurren por casualidad. En su momento no la publiqué quizás porque no podía explicarla y no lograba entenderla. Pero este domingo, en el tan sentido Vía Crucis y en un momento de muy buena espiritualidad, junto a la Madre, mi mente se trasladó a esas imágenes. Un Niño. Y un Cristo Crucificado. Y quiero compartirlas.

Comparto, también, mi testimonio en video y otro más mostrando una de las estaciones del Vía Crucis, con sonido original.

Vía Crucis de un niño que no nació:
Autor: Dr. Richard Thalmann

1ª Estación: Jesús es condenado a muerte: ¡He sido condenado a muerte ya antes de nacer! El amor no me ha llamado a la vida y por eso nadie me ama.

2ª Estación: Jesús carga la Cruz: Me han cargado con el estigma de “no deseado”, se me considera una desgracia, una carga no querida, una complicación y me rechazan. Debo desaparecer.

3ª Estación: Jesús cae por primera vez: Me han convertido en un problema, un caso, nadie me considera una persona… sólo soy un “caso de embarazo no deseado”, un inoportuno del cual fácilmente se pueden deshacer.

4ª Estación: Jesús se encuentra con su Santa Madre: Tu encuentro con María, tu madre, Señor, ha sido muy doloroso y triste, pero yo no tengo una madre como tú, que me consuele y llore por mí, estoy encerrado en el vientre de una mujer que me entregará para que me maten.

5ª Estación: Simón el cirineo, ayuda a Jesús a cargar la cruz: A ti, Señor, te han ayudado a llevar tu cruz, a mí nadie me ayuda ni se compadece de mí… A mi madre le darán anestésicos para que no sufra cuando yo me esté muriendo…

6ª Estación: Verónica limpia el rostro de Jesús: ¡Oh, Jesús, si a mi pudiera consolarme y ayudarme una Verónica en mi impotencia e indefensión! ¿Nadie está enterado ni entiende mi desgracia, mi tragedia personal? ¿Nadie me defiende? ¿Por qué callan las leyes? ¿Por qué callan los cristianos?

7ª Estación: Jesús cae por segunda vez: Mientras yo sea así de pequeño e indefenso, fácilmente me pueden destruir. Mi padre hace cálculos a nivel económico, cuánto le puede llegar a costar, en lo referente a la crianza, educación, etc. Económicamente soy una carga, evidentemente mi muerte es más barata, menos gasto, es el argumento de más peso… el que decidió mi suerte.

8ª Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén: ¡Jesús, mucho no te han ayudado el llanto de las mujeres de Jerusalén, ellas no han podido evitar tu muerte! ¡Cómo a mí… de que me sirven los tan proclamados derechos humanos y las leyes, si en vez de protegerme abren y allanan el camino a mi muerte!

9ª Estación Jesús cae por tercera vez: ¡La situación es clara, debo morir! Las planificaciones del más alto nivel mundial, las llamadas “políticas de población” así lo han decidido… justo para mí no hay espacio ni lugar en este ancho y largo mundo…

10ª Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras: Antes de crucificarte, Señor, te han despojado de tus vestiduras, yo en cambio todavía no tengo nada que me cubra… sólo esta delicada piel de la cual me tomarán firmemente y la desgarrarán!

11ª Estación: Jesús es clavado en la Cruz: A ti te han clavado en una cruz, mi cuerpo será despedazado y desgarrado, concienzudamente mis restos serán contados y controlados… no sea que incluso pueda llegar a provocar una infección.

12ª Estación: Jesús muere en la cruz: Tú te estás muriendo… y yo también. Tú eres inocente… igual que yo. ¡Acuérdate Señor de mí cuando llegues a tu reino de la vida eterna!

13ª Estación: Jesús es bajado de la Cruz: Muerto tú has sido recogido por los brazos amorosos de tu afligida madre, y así nuevamente te acunó sobre el seno que te dió la vida… Pero yo… nadie me recoge, sólo soy un mal recuerdo, una carga que pesa sobre la conciencia…

14ª Estación: Jesús es colocado en el sepulcro: A ti te depositaron en un sepulcro, a mí… en un recipiente de desperdicios, de basura. Mientras espero el día del juicio final, cuando con profundo dolor deberé testificar contra “mis padres”, ruego con todo mi amor de hijo, como tú me enseñaste…

Padre, perdónalos, como yo los he perdonado, porque no saben lo que hacen.

03 marzo 2010

VIVAMOS LA CUARESMA DE LA MANO DE MARÍA



La Cuaresma es un tiempo privilegiado para intensificar el camino de la propia conversión. Este camino supone cooperar con la gracia para dar muerte al hombre viejo que actúa en nosotros. Se trata de romper con el pecado que habita en nuestros corazones, alejarnos de todo aquello que nos aparta del Plan de Dios y, por consiguiente, de nuestra felicidad y realización personal.
En efecto, la vida cristiana no es otra cosa que hacer eco en la propia existencia de aquel dinamismo bautismal, que nos selló para siempre: morir al pecado para nacer a una vida nueva en Jesús, el Hijo de María (cf. Jn 12,24). Esa es la opción del cristiano: la opción radical, coherente y comprometida, desde la propia libertad, que nos conduce al encuentro con Aquel que es Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14,6), encuentro que nos hace auténticamente libres y nos manifiesta la plenitud de nuestra humanidad.


Todo esto supone una verdadera renovación interior, un despojarse del hombre viejo para revestirse del Señor Jesús. En palabras de Pablo VI: “Solamente podemos llegar al reino de Cristo a través de la metanoia, es decir, de aquel íntimo cambio de todo el hombre –de su manera de pensar, juzgar y actuar– impulsados por la santidad y el amor de Dios, tal como se nos ha manifestado a nosotros este amor en Cristo y se nos ha dado plenamente en la etapa final de la historia”.
Esta es la gran aventura de ser cristiano, a la cual todo hijo de María está invitado. Camino que no está libre de dificultades y tropiezos, pero que vale la pena emprender, pues sólo así el ser humano da respuesta a sus anhelos más profundos, y encuentra su propia felicidad.



Viviendo la Cuaresma
Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal. Ante todo, está la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. En la oración, el creyente ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia divina penetre su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre a la acción del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (cf. Lc 1,38).
Asimismo, también debemos intensificar la escucha y meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo que la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno (cf. SC,110).
La mortificación y la renuncia en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el espíritu de Cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien, de saber ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son molestas, de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que se nos presentan a diario. De la misma manera, el renunciar a ciertas cosas legítimas nos ayuda a vivir el desapego y desprendimiento.


De entre las distintas prácticas cuaresmales que nos propone la Iglesia, la vivencia de la caridad ocupa un lugar especial. Así nos lo recuerda San León Magno: “Estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante al ejercicio de la caridad; si deseamos llegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en sí a las demás y cubre multitud de pecados”.
Esta vivencia de la caridad debemos vivirla de manera especial con aquel a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en el que nos movemos. De esta manera, vamos construyendo en el otro “el bien más precioso y efectivo, que es el de la coherencia con la propia vocación cristiana” (Juan Pablo II).



María modelo y compañera
En este camino que nos prepara para acoger el misterio pascual del Señor, no puede estar ausente la Madre. María está presente durante la Cuaresma, pero lo está de manera silenciosa, oculta, sin hacerse notar, como premisa y modelo de la actitud que debemos asumir.
Durante este tiempo de Cuaresma, es el mismo Señor Jesús quien nos señala a su Madre. Él nos la propone como modelo perfecto de acogida a la Palabra de Dios. María es verdaderamente dichosa porque escucha la Palabra de Dios y la cumple (cf. Lc 11,28).
Caminemos en compañía de María la senda que nos conduce a Jesús. Ella, la primera cristiana, ciertamente es guía segura en nuestro peregrinar hacia la configuración plena con su Hijo.

(Tomado de multimedios.org)


RECORDAMOS QUE EL PRÓXIMO DOMINGO 7 DE MARZO, NOS ENCONTRAMOS CON LA MADRE EN LA ADVOCACIÓN DE SANTA MARÍA DEL ESPÍRITU SANTO, EN LA PLAZA DE LAS APARICIONES : SALTA Y ARIAS, LANÚS ESTE.
A LAS 16 HS. SANTA MISA , LUEGO SANTO ROSARIO JUNTO A NUESTRA MADRE. ADORACIÓN DE LA CRUZ Y VISITA A LA IMAGEN. SE NOS ENTREGARÁ EL PÉTALO BENDECIDO POR EL CUAL LA VIRGEN DERRAMA INNUMERABLES GRACIAS.
HABRÁ CONFESIONES Y ENTREGA DE AGUA BENDITA.
NO OLVDEMOS QUE EL CENÁCULO NOS PIDE ALIMENTOS NO PERECEDEROS PARA LA OBRA PARROQUIAL DEL PADRE GABRIEL, SACERDOTE DELEGADO POR EL OBISPADO.

01 marzo 2010

HOMILÍA DE MONS. RUBÉN OSCAR FRASSIA- 2° DOMINGO DE CUARESMA

( MONSEÑOR RUBÉN OSCAR FRASSIA- OBISPO DE LA DIÓCESIS AVELLANEDA-LANÚS )

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR.

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, Monseñor Rubén Frassia se refirió al Evangelio según San Lucas 9, 28b-36 (Ciclo C) en el sermón del 2do. domingo de Cuaresma.

“En este Evangelio nos encontramos con la Transfiguración del Señor, donde el Padre Dios le muestra su gloria junto Moisés y Elías: el Patriarca mediador y el Profeta.
Es el Antiguo Testamento que está acompañando a Jesús, al Señor, al Mesías, al Ungido, que va a vivir el momento más importante preparándose a su próximo éxodo, que deberá tener en Jerusalén.

Moisés y Elías parece que lo están consolando, animando, confortando, para que dé el paso definitivo. Pero esto no significa “debilidad” del Señor, sino que es acompañamiento ante la misión de Jesucristo.

Luego está la voz del Padre que lo señala, lo indica, como Hijo y nos invita a escucharlo. Es “el ciervo de Yaveh que está destinado al sacrificio”. El sacrificio único que nos redime y lo hace nuestro Redentor, el Salvador, el Mesías. Y todo se va a concentrar en Jerusalén. Pero la última parte, el epílogo, no será la muerte sino la Resurrección. Es Dios que acompaña a Jesús para hacer este acto único y definitivo.

Todo esto, también nosotros tenemos que vivirlo. El hombre nace solo y muere solo.
En la vida uno tiene que tomar decisiones que, muchas veces, las tiene que tomar solo. Ante grandes situaciones, ante conflictos, ante perplejidades, ante tentaciones, ante desafíos, ante miedos ¡tiene que tomar decisiones!

De allí que, cada uno de nosotros, el cristiano, debe prepararse para la misión para la madurez, para su pascua, para decirle si definitivamente a Dios. Que no tengamos miedo: el Señor pasó por nosotros; el Señor lo vivió, nosotros tenemos que repetir el mismo misterio.
Pero esta decisión de decirle si a Dios, es el acto más sublime, más humano más cristiano, más pleno, que una persona puede tomar: decidirse por Dios y alejarse de todo aquello que sea pecado.

No hay resultados tangibles, a veces, sólo la certeza de que el Señor guía nuestra historia. Muchas veces las decisiones terminan, aparentemente, en un fracaso. Pero el epílogo no es el fracaso sino que es la Vida Nueva, la Resurrección.

Que la Resurrección de sentido a nuestra vida y a las decisiones que tenemos que tomar, para ser más humanos y vivir cada vez más responsablemente como cristianos.”