22 marzo 2011

MENSAJE DE CUARESMA DE MONS. FRASSIA: OBISPO DE AVELLANEDA-LANÚS

MENSAJE DE CUARESMA 2011

Animo, se acerca nuestra liberación.

La Cuaresma camino hacia la Pascua.

En este año iniciamos la Cuaresma, siguiendo el Mensaje del Santo Padre, que la presenta, como históricamente surgió, paralela al itinerario del catecúmeno que se prepara para recibir su Bautismo, momento especial de gracia, que nos lleva a la profundización de nuestra fe y al compromiso cristiano. Nuestro bautismo no es un rito del pasado, ni un adorno que quedó allá en otro tiempo, sino que es la actualización del misterio de la muerte y resurrección de Cristo, por el sacramento morimos al pecado y resucitamos a la vida nueva, nos liberamos de la esclavitud de cualquier pecado para vivir ya como resucitados. El Santo Padre nos señala el trabajo de la cuaresma citando el Prefacio I de este tiempo: “Se intensifica el camino de purificación en el espíritu para obtener con mas abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo el Señor.” (Cfr. Mensaje de Cuaresma del Santo Padre, 2011. Intr.) Podríamos decir la penitencia cuaresmal debe mirar a tomarnos más en serio el bautismo.

Al mismo tiempo estamos viviendo como Diócesis de Avellaneda-Lanús, los primeros cincuenta años (Año Jubilar). Como Iglesia nos reunimos para celebrar, la primacía de Dios en nuestras vidas, el Señor nos ha convocado a ser parte de su Pueblo, por el bautismo nos construye como Pueblo. Pueblo que peregrina, entre luces y sombras, dolores y tristezas, con la alegría de la esperanza, con la certeza de “un futuro que nos invita a vivir sin fin en Él” (Cfr. Ibid. Nº. 2). Pero este Don, que es un regalo de su Amor de Misericordia, nos lleva a todos nosotros a volver a despertar de nuestros letargos, de nuestros egoísmos, de nuestras particularidades, de nuestros pecados. Debemos renacer espiritualmente con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo y en la entrega más plena a Él.

Por eso la Cuaresma es tiempo de Gracia y tiempo de Conversión. Pero no caigamos en la superficialidad de entregar solamente algunas cosas. Él toca nuestra existencia. En el bautismo fuimos incorporados a Él por eso, Él, cambia nuestra vida, Él nos sacó del pecado y de la muerte, Él nos eligió y nos confía llevar su nombre a todos los hermanos. Por eso nuestro desprendimiento tiene que tocar nuestro mismo ser. Muchos de nosotros podemos pensar, que es imposible cambiar, o que no es para tanto, o que estamos en un callejón sin salida, o que son los demás, los que viven mal, todos estos argumentos siguen siendo una excusa para desviar el centro de la cuestión.

La cuestión no son solo los otros, el tema es personal. Y yo ¿qué quiero hacer de mi vida?, ¿cómo pienso, cómo creo, cómo vivo? Yo ¿cómo vivo responsablemente mi existencia personal y el Bautismo que el Señor me regaló? Si Él está en mi vida, la cuestión no es solamente moral, en todo caso, esta es una consecuencia, Él me amó primero, su gracia nos precede, por eso es importante la decisión personal, íntima y convencida de que “Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la luz de la fe, todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza” (ibid. Nº 2).

Por todo esto querida Iglesia Diocesana, recomencemos de nuevo, en el Espíritu. Vivamos intensamente este período de gracia cuaresmal. Vivamos en espíritu y verdad este Año Jubilar. Reconociendo al Padre viviremos como verdaderos discípulos, como verdaderos hijos (gracia propia del bautismo la filiación) y seremos entonces mejores hermanos. Recuerda querida Iglesia has recibido el don, no lo desprecies, da testimonio de Él.

Que la Santísima Virgen Nuestra Señora de la Asunción nos enseñe y ayude a escuchar y que Santa Teresa de Jesús nos de pasión por la amada Iglesia.

+Mons. Rubén O. Frassia

Obispo de Avellaneda-Lanús

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