28 mayo 2010

" Deja que el Misterio de la Santísima Trinidad ilumine tu vida "



Queridos hermanos:
Estamos hoy celebrando la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Nos dice San Pablo: “la gracia del señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con ustedes”.


Es la solemnidad del misterio más grande que hay en la fe católica, porque la Santísima Trinidad nos viene a explicar cómo es Dios, un misterio que mi inteligencia no alcanza a comprender.


Cuando quiero saber cómo es Dios mi inteligencia se queda pequeñita, no puedo entenderlo porque mi cabeza no tiene suficiente fuerza. Él es Dios, mi Creador. Sin embargo tengo caminos para acercarme. ¿Quién me dio esos caminos? La revelación. Jesucristo cuando vino a la tierra nos dijo que hay un Dios Padre, un Dios Hijo y un Dios Espíritu Santo, tres personas, un solo Dios.
Si no lo hubiera dicho, quien puede imaginárselo. ¿Acaso yo soy tres personas y un solo Cardenal? ¿Acaso tú eres tres personas y tienes un solo nombre? No. Somos una persona única. En Dios hay tres personas pero hay un solo Dios. ¿Cómo lo sé? Porque Jesucristo, Hijo de Dios, me lo enseñó.


Y la Iglesia recogió ese misterio y lo enseña desde el principio. Dios se reveló a través de su hijo. ¿Qué cosa es su hijo? El Verbo, la palabra, el Hijo de Dios, y eso nos lo dice el Evangelio. Por eso la lectura, la meditación frecuente de la palabra de Dios, del evangelio nos enseña un poco cómo es Dios.


El Espíritu Santo habita en tu alma
Jesucristo también nos dijo: yo me voy a ir -efectivamente se fue a los cielos,ya lo hemos celebrado- pero cuando yo me vaya les voy a enviar a la tercera persona de la Santísima Trinidad, al Espíritu Santo.


Ya no se hace carne ese espíritu, pero es un espíritu que aconseja, acompaña, fortalece y por eso también viene la gran responsabilidad. Hacer oración para escuchar al Espíritu Santo que habita en el alma. ¿Desde cuándo? Desde el bautizo. No es de piedra, no es de carne, no es alto, no es bajo, ¡es espíritu! Y ¿dónde está el espíritu? En el alma.


Siempre me pongo a pensar: pero ¿la gente sabrá que es el alma de manera fácil?. Te hago una pregunta: ¿dónde está el amor hacia tu hijo? En tu dedo, en tu ojo, en la nariz. ¿Dónde está el amor a tu esposo, el cariño hacia tus amigos, la afición al deporte, la alegría, el dolor o la pena?
Todo eso, hermanos, está en el espíritu, en el alma. El alma es el depósito donde están todos aquellos sentimientos, actitudes, principios, valores morales. En esa alma hay un maestro y ese maestro que es el Espíritu Santo te habla y da clases en esa escuela y te recuerda las palabras de Jesucristo ahora.


Tenemos al Padre que tanto nos ama que envía su palabra a través del Hijo. El Hijo que sabe que a través de los siglos se van a olvidar de Él, nos envía –junto al Padre- al Espíritu Santo para que tu conciencia y oración te permitan conocer un poquito quien es la Santísima Trinidad.


El misterio ilumina el conocimiento


Ante este panorama te cuento esta frase que no es fácil entender: “no es el conocimiento el que ilumina el misterio de la Santísima Trinidad, sino que es el misterio el que ilumina el conocimiento”. ¿De qué te estoy hablando? De la fe. “Creo para entender; entiende porque creo”, lo decía san Agustín.


Entonces no hay que estar todo el tiempo dudando, investigando, queriendo demostrar todo. Deja que ese misterio de la fe ilumine, y verás cómo entiendes que Dios es tu Padre, que Jesucristo es tu hermano y que el Espíritu Santo es el gran consolador y el gran compañero.
Dios nos escucha porque nos ama


Alimenta tu fe con la oración, esto que nos reveló Jesucristo, la Santísima Trinidad es una familia, donde hay un padre, un hijo y hay un amor del padre y del hijo. Por eso la “familia que reza unida, permanece unida”. Tantas veces se piensa que no se es tan bueno para rezar. Cuando Dios te habla te hace bueno, no es porque tú seas bueno Dios te ama. Pensar eso es mucha soberbia.
Dios amándonos nos hace buenos, no es porque seamos buenos que merecemos que Dios nos escuche. ¡No! Dios nos escucha porque nos ama y porque nos ama somos buenos, simplemente no lo rechaces. No dejes que a veces el demonio te diga por la soberbia: no quiero rezar, no quiero pedir perdón, no quiero asistir a la misa. ¡No! Abre tu corazón, deja que te amen y cuando te ama, aunque estés lleno de pecados, verás como te hace bueno y te dice: ¡acércate a la confesión, vuelve a empezar tu vida!


Esto supone mucha fe y humildad. Finalmente, todos tenemos una vida y es eterna, no acaba en esta tierra ni en el cementerio, por lo tanto te juegas si la eternidad va a ser alegría o la eternidad va ser sufrimiento porque hay premio y hay castigo. Esa vida eterna ilumina este conocimiento del misterio de la Santísima Trinidad.

Justamente que Dios Padre y Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, y Santa María te bendigan.

( CARDENAL CIPRIANI, ARZOBISPO DE LIMA, EL 22/05/05 )

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